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La Gran Disputa entre bebidas en el Bar

 


La Gran Disputa entre bebidas en el Bar 🍻🔥

En el Bar de la Vida, donde las resacas son gratis pero los recuerdos se venden caros, se armó una discusión épica.

Todo comenzó cuando Tequila, el rey de las malas decisiones y los mensajes de texto arrepentidos, se subió a la barra con un sombrero de charro y gritó:

—¡Yo soy la bebida más importante! ¡La gente me toma y se vuelve valiente, baila arriba de las mesas y hasta le manda mensajes a su ex sin miedo! ¡Soy pura adrenalina en un shot! ¡Soy el alma de la fiesta, el grito de guerra de cada noche épica.!

Whisky, con su eterno vaso en la mano y cara de millonario que sabe guardar secretos, suspiró con fastidio:

—Por favor, Tequila… no todos disfrutan de quemarse la garganta en tres segundos, tú eres la razón por la que la gente se despierta preguntando “¿por qué estoy abrazando un poste de luz?”. En cambio, yo soy elegancia, clase. Me beben los magnates, los escritores, los que quieren parecer interesantes en una primera cita. Yo represento la sofisticación, la reflexión. Soy el favorito de quienes aprecian la calidad y la madurez.

Cerveza, recostada cómodamente en su tarro espumoso, levantó una ceja y se rió:

—Jaja, sí claro, Whisky, pero mientras tú esperas que la gente “reflexione”, yo ya llevo cinco rondas con ellos. La mayoría de los que te toman terminan llorando y diciendo "yo siempre te quise, hermano". En cambio, yo soy el alma de las reuniones, la más amigable, la bebida del pueblo. La gente me bebe y se vuelve filósofa sin darse cuenta.

Vino, quien hasta ese momento solo observaba con superioridad, movió su copa con un aire dramático y con su porte elegante y su aroma profundo dijo:

—Queridos míos, ninguno de ustedes comprende la verdadera grandeza. Yo soy la bebida de los dioses, la que acompaña las cenas románticas, las conversaciones profundas y las tardes lluviosas. La gente no me bebe, me saborea. Yo soy sofisticación, romance, el arte de saber esperar. Me beben en cenas de gala. Nadie jamás ha terminado cantando reggaetón en un karaoke después de unas copas de mí.

En ese momento, Ron, quien llevaba rato bailando con un coco imaginario, se subió a la mesa y gritó:

—¡Miren, miren! ¡Puedo hacer que la gente perree hasta el piso y pierda la dignidad en una sola noche!

—¡Fiesta, fiesta, fiesta! Ustedes discutan, que yo sigo haciendo que la gente mueva las caderas.

La discusión se acaloró. Empezaron a sacar estadísticas falsas: que si Tequila generaba más historias épicas, que si Whisky era el favorito de los intelectuales de bar, que si Cerveza era la más democrática porque nadie la rechazaba, que si Vino tenía propiedades mágicas para convertir el drama en poesía barata.

Cuando la pelea estaba a punto de convertirse en una guerra de tragos, llegó el anciano Mezcal, con su actitud de chamán místico y un gusano flotando en su interior, y dijo con voz pausada:

—Cálmense, hijos míos… no importa quién sea el mejor…

Todos guardaron silencio.

—Porque al final… todos terminamos en la misma cruda.

Un escalofrío recorrió el bar. Whisky se tomó su trago con resignación, Cerveza soltó un eructo pensativo, Tequila se tambaleó con cara de "creo que ya me pasé", y Ron… bueno, Ron seguía bailando.

Entonces, alguien gritó:

—¡Pues que viva la cruda!

Y todos brindaron, porque al final, lo importante no es quién es el mejor, sino quién te hace reír más antes de que el dolor de cabeza llegue por la mañana.

Moraleja: No importa lo que bebas, en la mañana, el que manda es el suero y la aspirina. 🍻😂

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