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Pinocho, el candidato de madera

 


Pinocho, el candidato de madera

En un municipio olvidado de México, donde las banquetas son más un concepto que una realidad y los baches son patrimonio cultural, un nuevo personaje apareció en la contienda electoral: ¡Pinocho, el candidato de madera!

Geppetto, un viejo carpintero astuto, decidió que su obra maestra tenía potencial político, así que lo vistió con un traje barato, le puso un gafete de “Candidato del Pueblo” y lo lanzó a la arena electoral.

Desde el primer mitin, Pinocho se convirtió en un fenómeno. “¡Voy a acabar con la corrupción en mi primer día de gobierno!”, prometió.

¡ZAZ! Su nariz creció tanto que chocó con la bocina del evento.

“¡Habrá empleos para todos, internet gratis y nunca más faltará el agua!”

¡ZAZ! Su nariz creció lo suficiente como para convertirse en un puente improvisado entre dos colonias.

Los asesores entraron en pánico. “Pinocho, por favor, al menos disfraza tus mentiras con datos falsos pero creíbles”, le susurró su coordinador de campaña, mientras intentaba esconder la nariz detrás de un poste.

A pesar de los evidentes problemas logísticos de su fisionomía, el electorado lo adoraba. “¡Al fin un candidato que nos dice mentiras en la cara sin esconderse!”, gritaban sus simpatizantes.

En el debate contra los otros candidatos, Pinocho arrasó. Mientras sus contrincantes intentaban explicar con gráficos mal hechos y discursos acartonados, él solo decía: “¡Yo soy la verdadera opción de cambio!” y su nariz lo delataba, pero curiosamente la gente lo veía como honesto en su falsedad.

Llegó el día de la elección y, como era de esperarse, Pinocho arrasó en las urnas. Sin embargo, cuando fue a recibir la constancia de mayoría, el Hada Azul apareció.

“Pinocho, si dejas las mentiras, serás un alcalde de verdad”, le dijo con solemnidad.

Pinocho pensó por un momento. Ser un alcalde de verdad implicaba trabajar y cumplir promesas...

Así que tomó una decisión drástica.

“¡Mejor renuncio y me voy a ser asesor político!”, gritó, y su nariz volvió a la normalidad de inmediato.

Desde entonces, Pinocho viaja por México dando cursos sobre “Cómo prometer sin que se note que mientes”, y Geppetto abrió una fábrica de candidatos de madera listos para cualquier elección.

Y colorín colorado, este cuento político ha terminado... ¿Recuerdas algún candidato de madera?

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